viernes, 28 de abril de 2023

EL FRAUDE DE LA MÚSICA CONTEMPORANEA

 



¿Por qué cuando acudimos a un concierto de música contemporánea académica salimos con más dudas que certezas? No sabemos como juzgar eso que acabamos de escuchar, porque siendo interpretada por músicos de conservatorio en las grandes salas de los centros culturales, tendría que ser bueno ¿Cierto? 

Pero por más que lo intentamos no logramos entender ni una pizca de las piezas llenas de disonancias y rarezas sonoras que aparentan ser incoherencias.




¿Qué es verdad en esta música? 


A principios del siglo XX la ruptura de la tradición era lo preponderante para el quehacer artístico. Con la llegada del dadaísmo, Duchamp y la segunda escuela de Viena de Schönberg los cánones estéticos cambiaron. Eran los primeros pasos del posmodernismo: la deconstrucción del arte.


Si bien fue una época de experimentación y desarrollo de nuevas teorías el resultado musical se empezó a alejar del gusto del público y con el desarrollo a pasos agigantados de la música popular en los Estados Unidos el mercado fue volcándose a consumir música popular y a alejarse de las grandes salas de concierto poco a poco.


Aunque los recintos de música clásica hasta nuestros días se siguen llenando para escuchar las óperas clásicas o las grandes sinfonías, cuando se trata de la llamada música contemporánea todos huyen. Es música que pocos dicen entender y cuando el publico opina que eso no es música se les tacha de ignorantes o que no entienden porque no conocen, que necesitan adentrarse y conocer para poder disfrutarla, lo cual es falso, no se necesitan títulos académicos para disfrutar del arte, pareciera que ahora los títulos universitarios son los nuevos títulos nobiliarios que brindan el derecho de opinar y entender algo. 


Pero ¿Qué es la música contemporánea? 


Realmente este término no nos dice nada más que el espacio temporal que ocupa y aun así no es tan claro para decirnos exactamente dónde comienza y dónde termina.

Podríamos empezar con la segunda escuela de Viena de Arnold Schönberg y sus discípulos Alban Berg y Anton Webern. Schönberg comenzó experimentando y componiendo de manera atonal, la ruptura total de lo establecido hasta ese día en la academia. Luego vino con él el dodecafonismo y el serialismo, todo esto en el periodo del expresionismo alemán de Nosferatu y luego de Wozzeck. Aunque nunca hemos escuchado a alguien ir por la calle silbando una serie dodecafónica.





Es muy difícil hablar de la música del siglo XX ya que muchísimos estilos empezaron a convivir durante el mismo espacio temporal. Teníamos el final del romanticismo, el nacionalismo era imperante en Rusia y otros países, el impresionismo de Debussy, Ravel y Satie, la segunda escuela de Viena de Schönberg, más adelante tendríamos la música concreta de Pierre Schaffer, la música electrónica-matemática de Xenakis, George Gerschwin cruzando de la ópera a lo popular, así como años más tarde Frank Zappa haría lo mismo entre el rock y la música académica, y John Cage con su piano preparado.


Conforme pasaron las décadas del siglo XX la música académica se empezó a alejar del publico y de un objetivo emocional para volverse cada vez más cerebral, ultraracional y matemática, siempre tratando de lograr nuevos colores sonoros, sin embargo entre más pasaban los años, menos se daban cuenta que la música popular estaba rebasando y por mucho a lo que estaban haciendo en la academia. Nuevos instrumentos, ritmos y paradigmas empezaron a florecer en el ámbito popular y el público decidió seguir ese camino.


A John Cage se le podría considerar como una especia de “troll” de la época con obras como 4’33” que tiene la creatividad de un video meme de moda como en su tiempo lo fue el Harlem Shake y sus obras de piano preparado que lograban que un instrumento de más de un millón de pesos sonara como basura.


La música contemporánea se ha vuelto un dogma que se enseña en los conservatorios de manera religiosa, que goza de seguidores ideológicos y de mucho apoyo en cuestión de becas y subsidios por parte del gobierno. Es como una secta donde a los alumnos se les enseña que esa es la nueva música y ellos ante la autoridad, que puede ser un maestro aceptan totalmente, “si todos dicen que es buena música entonces tiene que serlo” aunque esto sea una total falacia.



Nunca nos detenemos a preguntarnos si en realidad nos gustar oír esa música, si de verdad es buena y por qué es buena, si compraríamos un CD por autentico gusto de ella y no por el bluff o aspiración de superioridad intelectual. Como una religión, simplemente nunca nos preguntamos esas cosas, simplemente acatamos lo que se nos enseña sin dudar. 


Parte de estas ideologías es que hacen que abordarlas sea casi imposible con mucha retórica seudointelectual, lenguaje rebuscado y supuestamente elevado que hace que la gente o no se acerque o finja entenderlo para no parecer tonto o ignorante.


 Porque algo que siempre ha caracterizado a las bellas artes es el elitismo con el que se manejan, siempre han sido para las clases altas, los grandes genios tenían de mecenas a personajes poderosos ya sea de la iglesia o de la política. Con la revolución francesa y la caída del absolutismo esto pudo haber acabado sino que simplemente se adaptó y se cobijó en la “academia”. 


Desde aquí empezamos con el mayor elitismo de esta ideología, llamarle “música académica” o “música culta” como si hubiera una para letrados y otra para ignorantes, aunque sabemos que esto solo es un eufemismo para decir: ricos y pobres, aunque muchos de estos cultos académicos vivan de becas gubernamentales o salarios de hambre en las escuelas de música.



Algunas de las características para detectar si somos víctimas de la charlatanería de la “música contemporánea”, son:


  1. Obras con una dificultad muy elevada de ejecución aunque su resultado no sea auditivamente bueno o con sentido musical. La dificultad oculta algo que no está ahí y que no quieren que la gente descubra.
  2. La partitura se escribe de la manera más compleja posible aunque no sea necesario, incluso utilizan nuevos tipos de escritura lo cual dificultan aun más el acercamiento a la obra.
  3. Abusan de figuras rítmicas irregulares, incluso sobreponiéndolas causan con un cluster poli rítmico casi indescifrable.
  4. Abundan los cambios de compás por más innecesarios que estos sean.
  5. A veces la obra se justifica por explicaciones retóricas en el programa de mano con lenguaje barroco, hiper técnico académico, como si fuera una especie de chiste que necesita ser explicado para ser chistoso.
  6. Utilizan términos obsoletos como: cinta o acusmática, cuando se refieren a música electrónica aunque una cinta no se use desde hace 25 años.
  7. Abuso de disonancias y siempre se busca alejarse de la tonalidad y modalidad.
  8. Siempre son pretenciosas y premian el ingenio y no la creatividad.
  9. Tienen combinaciones instrumentales absurdas como tarola solista y piano, o utilizar un instrumento diferente a como debería tocarse, como el caso del piano preparado. 



Aunque buscan supuestamente una ruptura son increíblemente conservadores en la manera en que se produce la música. Como si solo la música académica fuera la música verdadera. Suena muy similar a cuando una religión se dice ser la verdadera ¿Cierto?


Desgraciadamente esto ha alejado a la gente, muchos de los conciertos de música académica tienen una solemnidad tal que parecía que se está dando misa en un quirófano totalmente estéril. Nadie se atrevería a aplaudir entre movimientos, sería juzgado de ignorante, sin embargo ¿Realmente nos hemos cuestionado porque sucede esto? Solamente es un protocolo establecido de manera arbitraria. A esto le sumamos el repertorio contemporáneo y hasta un atropellado junta más gente que un concierto de esos.




Las innovaciones de la humanidad se basan en las necesidades que cada periodo requiere y su demanda. Lo mismo pasa con la música, siempre se ha compuesto la música que mejor funciona en cada época y cuando algo cambio, la música y el arte en general tienen que evolucionar. Sin embargo en pleno siglo XXI seguimos con la misma vanguardia de música de principios del siglo XX y la posguerra. Los alumnos de composición estudian en Conservatorios que hoy en día son museos en vida.


No se dan cuenta que gastan cinco o más años aprendiendo algo que es obsoleto y en los instrumentistas pasa lo mismo cuando se enfocan en este repertorio de charlatanería y culto. Esta música contemporánea académica es como un negocio piramidal. Todos los que entran en ella aseguran que no es un fraude y platican las maravillas de ella hasta que por fin se dan cuenta que los estafaron. 



El problema aquí es que pueden estar toda la vida siendo estafados y nunca darse cuenta por la naturaleza de este fraude. Tal vez haya compositores o interpretes que estén conscientes de todo esto y lo hagan porque consiguen beneficios gubernamentales y convengan a sus intereses personales y profesionales, sin embargo hay que educar a la gente en las universidades para utilizar el arte para fomentar una sociedad más justa y no para estar mamando del erario como muchos de estos lideres de secta lo hacen.


Abre los ojos, no eres ignorante, no eres inculto, simplemente esta música es la ropa inexistente del emperador.

Para acabar pronto: La música académica contemporanea es la homeopatia de la música. 




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